despliegue de campos de aviacion 1939

No obstante, setenta años después, lo que Gebirtig vio de su tiempo prosigue vigente. “Está en llamas, hermanos, está en llamas / Nuestra pobre aldea quema…” No está el día de hoy en llamas nuestra frágil aldea humana, ¿no hay voces del enorme incendio que la queman? ¿Y no es ese fuego, nuevamente, exactamente el mismo y propio instrumento de los hombres preparado contra los hombres? “Un viento furioso asuela y desperdigada todo / Llamas gigantes se levantan y mueven en círculo / Todo se quema en este momento / Y ustedes se quedan viendo / de brazos cruzados / se quedan viendo mientras que / nuestra pobre aldea está en llamas / quizás llegue el instante en que el fuego los abarque y solo van a quedar cenizas y muros negros.” Ciertamente, en 1936 el planeta se encontraba en llamas: ahora había explotado la Guerra Civil en España. En 1937 la aviación nazi destrozó Guernica; de ese horror queda el célebre cuadro de Pablo Picasso, fundamento en este momento de infatigable peregrinaje turístico. Antes, en 1935 ahora había pasado la invasión de Mussolini en Abisinia, un par de años después, en el ’37, la invasión de El país nipón en China. En 1938, Hitler avanza sobre Austria, anexándola. Exactamente el mismo año se proclama el Pacto de Munich entre Enorme Bretaña, Alemania, Francia y también Italia, el acuerdo incluía la cesión a Alemania de los Sudetes y una parte de Checoslovaquia. Es en este contexto que, el 9 de noviembre de 1938, se genera en Alemania la Kristallnacht frente la falta de reacción general. Se creyó que esta barbarie solo afectaba a parte de la sociedad, la red social judía de Alemania, y que el resto quedaba seguro. Sencillamente se contemplaba el despliegue de las llamas. En 1939, Alemania ocupa Checoslovaquia y también Italia ocupa Albania. El 23 de agosto de 1939 se festeja el Pacto Hermano Soviético de no agresión. Ocho días después, el 1° de septiembre de 1939, Alemania y la Unión Soviética invaden Polonia, Polonia queda dividida en 2.

aviación

Poco después Alemania ocupa Bélgica, Francia, Dinamarca, Holanda y también procura ingresar en Enorme Bretaña, y fracasa, más allá de la intensidad destructora de sus asaltos. Las llamas se desperdigan, la pobre aldea europea quema y quemará con ese fuego destructor a lo largo de seis años mucho más. De esta manera ocurrían las cosas, todo quedaba a la merced de aquellas llamas arrolladoras y, como afirma el poema de Gebirtig, mientras que los actores se ocupaban de avivar el fuego, los espectadores asistían de brazos cruzados. Hubo que aguardar hasta la invasión nazi en la Unión Soviética (en el mes de junio de 1941) y el ataque japonés a Pearl Harbor (en el mes de diciembre de ese año), a fin de que el planeta se resolviera a tomar las ideas primordiales para apaciguar el incendio. Pero ahora era tarde, indudablemente era muy tarde. Ahora sabíamos de las llamas, ahora las habíamos cantado en el ghetto, y las habíamos sufrido en nuestras ciudades. No posee ningún sentido estimar a Kristallnacht de manera apartada, está enlazada a una secuencia de hechos que la desbordan y la comentan mejor que como pura y fácil amenaza y ataque al judaísmo. No me canso de decir que el llamado “inconveniente judío” solo puede leerse en el marco general de la guerra, en la mitad de la incoherencia y la disparidad destructora extendida, en el teatro de irrupción de pulsiones y deseos delincuentes que la naturaleza histórica pone , de manera regular, en escena. “Está en llamas, hermanos, está en llamas”, es la severa observación del poema, “nuestra pobre aldea está en llamas”. «El auxilio solo puede llegar / si ustedes vuelven sobre el cariño/ que una vez nos inspiró la aldea»; Gebirtig nos sugiere ir a salir de la indiferencia por la vía del amor que, una vez inspirado, solicita de nosotros, si todavía hay un nosotros, una revelación cariñosa que asimismo es una reacción: “Cojan las herramientas primordiales y apaguen el fuego con su sangre / Detallan lo que tienen la posibilidad de llevar a cabo”. Nos invita, simplemente, a no mantenerse viendo de qué forma este viento salvaje nos devora y consume. Pero, yo me hago una pregunta el día de hoy, como nos preguntábamos entonces: existe alguna broma, hay una oportunidad específica, alguna, de intervenir cariñosa y racionalmente sobre la historia en el momento en que la crueldad humana, en su movimiento ciego y quizás preciso, despliega la su fuerza, o solo resta la resignación de aguardar a que ella misma, como una naturaleza ausente de todo principio ética, como una tormenta que pasa, se agote y se rinda medianamente hasta reencontrarla mucho más allí o mucho más aquí, después o mucho más temprano, ¿otra vez activa y también incontrolable entre nosotros? Grave pregunta, trágica, si se desea, puesto que interroga la acción y pone al desvisto la diferencia entre lo que ansiamos como es lógico y el curso real y preciso, la marcha histórica de las cosas, sus reiteraciones que siempre y en todo momento desbordan los contenidos racionales que pensamos por ella. Nuevamente se me disculpará el haragán escepticismo de mis cuestiones. No hablo de Kristallnacht, el recuerdo de aquella sanguinolenta noche es para mí un signo mucho más de la disparidad de la guerra, prescindiendo de sus datos. Yo y otros varios, a lo largo de años, cantamos la canción de Mordejai Gebirtig. Gebirtig murió fusilado en 1942, en el ghetto de Cracovia.

Deja un comentario