A lo largo de la Segunda Guerra Mundial, la aviación se estableció firmemente como un ingrediente crítico de la guerra actualizada desde la Guerra de Inglaterra en las etapas iniciales hasta las considerables peleas de portaviones entre las flotas del Pacífico estadounidense y japonés y la distribución final de armas nucleares. Los primordiales combatientes –Alemania y El país nipón por una parte y Enorme Bretaña, USA y la URSS por otro– fabricaron gigantes fuerzas aéreas que se confrontaron en peleas campales entre ellos y con las fuerzas terrestres opuestas. El bombardeo se estableció como una esencial fuerza estratégica, y esta fue asimismo la primera guerra donde el portaviones tuvo un papel esencial.
Exactamente la misma con la aviación en la Primera Guerra Mundial, la inversión militar a lo largo de la Segunda Guerra Mundial llevó a la aviación hacia enfrente a pasos de enorme. El aerodinámico monoplano voladizo probó de forma rápida su valía en prácticamente todos los permisos, si bien ciertos biplanos mucho más viejos continuaron en permisos de nicho a lo largo de una gran parte de la guerra. La capacidad del motor y el desempeño de la aeronave aumentaron de manera incesante, y los motores a reacción y cohetes comenzaron a mostrarse en el final de la guerra. Los sistemas de aviónica aumentaron en sofisticación y se generalizaron, incluyendo los controles de vuelo asistidos por capacidad, la instrumentación de vuelo hacia ciegas, las comunicaciones por radio y el rastreo por radar.
De Uruguay a una región de guerra
En una región rural en los aledaños de Young, en el departamento Río Negro en Uruguay, hay un pequeño cementerio con solo unas diez tumbas. Entre ellas figura la de Frederick James Deck, nacido el 11 de junio de 1884 en Suffolk, Reino Unido, y fallecido el 28 de febrero de 1939 en esta región famosa como Bichadero, por una estancia del mismo nombre. Se habla del padre de los hermanos Deck, un inmigrante inglés que logró su historia y su familia en Sudamérica.
Es simple pasar de largo este cementerio mínimo, situado a unos 30 km de Young y 60 km de Fray Bentos, en la frontera con Argentina, si uno circula por la ruta de tierra que atraviesa estas estancias del oeste uruguayo , marcadas por un paisaje de afables y verdes lomas —conocidas como cuchillas en la zona— que, quizás, hayan llenado de melancolia a los viejos pobladores de las islas británicas, y que se usaron para el ganado ovino y el día de hoy por en la agricultura. Las tumbas están a la sombra de múltiples árboles, y conviven con los animales que pastan a la distancia y una camioneta ocasional que avanza levantando tierra.
Muerte y legado
Hans Joachim Marseille, llamado por sus compañeros Jochem, murió a los 22 años el 30 de septiembre de 1942 en el momento en que ahora Afrika Korps de Rommel se encontraba prácticamente derrotada. De vuelta de una misión de escolta, ciertos pilotos vieron salir humo de la cabina del Bf-109 de Marseille y todos oyeron por la radio decir “Hay humo en mi cabina” seguido de toses, “No veo, no veo”. Jochem invirtió el avión para dejar en libertad la carlinga, se había desabrochado las cintas de unión pero la corriente de aire le sostuvo cogido en el taburete.
Procuró salir como ha podido bastante debilidad y medio asfixiado. Al saltar sus compañeros vieron de qué manera su cuerpo golpeaba la cola del avión y se precipitaba inconsciente o fallecido al vacío. Fue sepultado en el cementerio de héroes en Derna, Libia y se edificó una pirámide en exactamente el mismo lugar donde cayó. El epitafio de su tumba afirma “Invicto”.
Con 158 victorias aéreas Hans-Joachim Marseille fue condecorado con la Cruz de Caballero con Diamantes y Hojas de Roble, entre los mucho más altos galardones militares actualmente. Otros aviadores legendarios como Erich Hartmann, el mayor as de todas y cada una la historia, Günther Rall, tercer mayor as de la historia y Adolf Galland, as de jet con el M-262 y figura clave de la Luftwaffe presentaron sus respetos y lo recordaban como «lo destacado». Tras su muerte y para subir la ética del escuadrón en el 3/JG-27 se le llamó Marseille Staffel (la escuadrilla de Marseille). En 1957 se rueda en Alemania la película «la estrella de África» narrando su historia y su servicio como conduzco. El timón de cola de la última caza que pilotó adornado con sus victorias está expuesto en el museo Luftwaffenmuseum der Bundeswehr en Berlín Gatöw. Asimismo entre los homenajes mucho más emotivos fue en 1984 en el momento en que en una asamblea de veteranos del Afrika Korps se invitó al soldado negro sudafricano Mathew P. Letuku, que en ese instante fue hecho preso por los alemanes y se transformó en amigo íntimo de Marseille.
Propio de conduzco y conduzco-espectador
Su origen está en el emblema del tripulante que se ingresó en el mes de enero de 1935 para distinguir al personal de vuelo de las Fuerzas que se estaban formando en el mayor misterio. La distinción que se diseñó como un águila levantando el vuelo sobre la esvástica insertada en una guirnalda ovalada, dio paso en 1936 a un propio concreto para los pilotos, que sostuvo un águila similar al previo pero la guirnalda era ovalada y medía 52 milímetros de ancho por 42 de ancho.
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