Ocasionalmente, el pequeño Martín y yo volaremos el avión. El avión es de humilde poliestireno y costó cinco euros, pero tiene planeado claramente bien y si se arroja de manera fuerte puede llegar altísimo. Tanto, que tuvimos que ir descartando sitios en La capital de españa toda vez que se nos quedaba colgado en los árboles o conminaba con meterse en un balcón. En el final, el más destacable aeródromo que hemos encontrado es una plazoleta que hay en Moncloa, y que muy oportunamente está en oposición al Cuartel General del Ejército del Aire. Esto es realmente útil por el hecho de que la bandera que tienen izada nos deja entender la dirección del viento para explotar el instante conveniente. «¡Padre, el viento está virando!», chilla Martín en el momento en que ve que la bandera se desplaza, pues le he enseñado esa expresión y le chifan los tecnicismos. Entonces lanza el avión. Salvo en el momento en que ofrecemos a alguien, es un enorme éxito. Varios viandantes vuelven la cabeza para mirarle superar, los pequeños tiran a través de sus progenitores a fin de que les dejen quedarse a verle, los bebés lo apuntan y los perros se vuelven medio locos. No hay duda de que hay algo instintivo en el exitación de ver un elemento que se mantiene en el aire. Da igual que sea una estrella, un pájaro o un Frisbie, semeja que lúcida algo atávico tanto en los animales como en los humanos.
Pero hay unos espectadores muy particulares, los que Martín llama cariñosamente a los viejitos de la aviación. En esta una parte de La capital española hay muchas viviendas de militares y viven ciertos retirados de las fuerzas aéreas. Se les nota enseguida por la manera en que miran el avión y dejan caer algún comentario profesional. Cosas como: «O sea un looping» o «si lo tiras de esta manera te va a caer en barrena». Un día se detuvieron a charlar con nosotros una mujer y su marido. Él, muy mayor, charlaba poco, pero ella nos explicó que no solo su marido sino más bien asimismo su hermano y su cuñado habían sido pilotos. Nos explicó que su hermano había sufrido un incidente horrible años atrás y su cuñado se había estrellado dejando a su hermana viuda muy joven. «A mí jamás me pasó nada», susurraba mientras que el marido, de abajo. En la manera de charlar de aquella mujer se traslucía una ambigüedad irremediable entre el temor y la admiración. «Y tú, ¿deseas ser conduzco?», preguntó a Martín. Pero, antes que la criatura pudiese contestar, le afirmaba: «Mejor no, mejor conviértete en ingeniero, menos arriesgado».
De qué manera es el Museo de la Aviación
Este museo de la aviación de La capital de españa se distribuye en 2 zonas específicas: la región al aire libre y la región de los hangares.
Base Aérea de Alcantarilla
La Base Aérea de Alcantarilla (código del campo de aviación: LERI) es un campo de aviación militar de España que se inauguró de manera oficial en 1935. años, se empleó para desarrollar la aviación militar y conformar a los primeros pilotos del país.
Para resguardar su territorio de los asaltos aéreos, el gobierno español decidió agrandar las instalaciones de Alcantarilla. A lo largo de los próximos años, se edificaron nuevos inmuebles, se mejoraron las pistas y se edificó una exclusiva torre de control.