calle qvenida de la aviacion española en el aaiun

A mi mujer, entonces novia, Enriqueta. Sin esa historia no habría sido exactamente la misma. Ella fue el faro que me guió en todo instante. La luz que explorando busca con ahínco en el momento en que la obscuridad reina en su travesía.

«MI SÁHARA»

1.- LLEGADA Atrás quedaba la Península, cruzamos el Ajustado de Gibraltar para adentrarnos en el Atlántico, bordeando la costa marroquí. El viejo transporte militar en el que nos transportamos, un Mc Donald Douglas DC-4 semeja que reventaría; puesto que al irse de Getafe nos sorprendió en el despegue un fuerte fragancia a goma quemada que desapareció una vez en el aire pero no acabaron las sorpresas. El avión con el peso que llevaba y las depresiones que se generan en las capas de aire no volaba online recta, quizás ganaba altura que bajaba de súbito. Daba la sensación de que caería al agua. El vuelo duró unas seis horas, al despegar el avión relucía, todo plateado, pero al poco tiempo en el aire comenzó a chorrear aceite por los 4 motores y nos alarmamos un tanto unido quizá al cansancio en tanto que íbamos unos en una suerte de hamaca de lona a los laterales (los mucho más cómodos) y otros en un banco de madera que cruzaba el avión a lo largo y donde no había ubicación ni para echar, de forma que nos transportamos espalda contra espalda en tanto que mi respaldo era la espalda de otro compañero y al reves. En el momento en que hemos visto el territorio comenzamos a bajar y ahora vimos ese desierto en el que estaríamos mucho más de catorce meses. No nos animó bastante desde el aire ver ese color de la arena y la piedra quemados por el sol, pero la verdad era que estábamos llegando… Próximamente hemos visto una suerte de depresión, tal y como si fuera un río, pero un río de arena , se encontraba seco. Era la Saguia El Hamra y en una de sus riberas la localidad de El Aaiún, si bien desde arriba me pareció mucho más bien que se encontraba en la mitad del cauce. El avión subió a la pista de aterrizaje y tras unos vaivenes estábamos en el suelo. El vuelo había terminado. Ahora comenzamos a bajar la escalerilla y nos hicieron conformar a filas hasta el momento en que llegaron los camiones que deberían llevarnos al B.I.R. (Batalón de Instrucción de reclutas).

2.- ¿LEJA O PISTOLO? Al escapar del avión nos sorprendió un fuerte viento algo caluroso. Fue el primer “serroc” que conocíamos y al que próximamente nos acostumbraríamos. Fueron llegando los camiones del Terç. En unos se marcharon los premeditados a la Policía Territorial (ni ellos mismos sabían qué les aguardaba); ahora salimos el resto con destino al B.I.R. Solamente llegar nos formaron en largas filas para distribuirnos por Compañías. Se oía decir que la 3a Cía. era durísima, de ahí que su nombre de «pequeña legión». Tuve suerte y fui designado a la 4a Cía no sin antes tener que negarme en redondo a ser alistado en la Legión. Una lejía me insistió bastante e inclusive me ofreció tabaco, pero me negué. No entraba en mis proyectos. Los “Lejías” continuaron con nosotros múltiples días y por ese momento lograron engolosinar a varios que se alistaron al notar la buena vida que se llevaban gastando dinero y tomando en la cantina. Conocí a un recluta que en una tarde perdió en las cartas a manos de un sargento 20.000 ptas., debió alistarse para lograr abonar la deuda. La mayor parte se alistaban pensando en las 5.000 pesetas. que les pagaban pero que debían sudarlas bien. Asimismo la Brigada Paracaidista nos logró una demostración para capturar voluntarios y me parecieron mucho más honestos que las lejías, en tanto que ellos no escondían a absolutamente nadie la dura preparación que deberíamos aguantar. Hubo anécdotas como la del recluta que se alistó en la Legión por el hecho de que según ha dicho le agradaba el traje, o la de otro que tras apuntarse se arrepintió, este tuvo suerte por el hecho de que va comenzar a llorarle un teniente ahora decir que lo logró sin preguntar con su mujer y en el final le rechazaron. Debo decir que en el momento en que llegaba un remplazo con nuevos reclutas, se ofrecían tres opciones para llevar a cabo la mili: La 1ª era ir designado a la Policía Territorial. Esta era, según afirmaban, la manera mucho más dura y donde peor se pasaba por lo menos a lo largo del campamento. Se llegaba a maltratar físicamente a los reclutas. Quienes iban a esta unidad ahora habían sido elegidos desde la Península y al llegar eran separados del resto. La 2ª oportunidad era firmar para el Tercio o Brigada Paracaidista. Te convertías en Caballero legionario o «Lejía». La especialidad era dura asimismo, pero al menos te pagaban algo. La 3ª oportunidad era llevar a cabo la mili como “pistolo”, es decir en otra de las entidades que había en el Sáhara: Ingenieros, Artillería, Tropas Nómadas, Compañía de mar, Helicópteros, etcétera., siendo esta última la opción escogida por la mayor parte.

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