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En esta pradera donde solo se escucha el azote del viento y el murmullo del río Sava que divide Croacia y Bosnia, cuando menos 83.000 personas fueron asesinadas a lo largo de la Segunda Guerra Mundial por los ustasha, los socios croatas de los nazis, en el campo de concentración que aquí se alzaba. Croacia ha honrado este domingo a las víctimas, pero, por cuarto año consecutivo, lo hizo prácticamente sin sus representantes. Serbios, judíos y antifascistas han boicoteado la liturgia en demanda del creciente revisionismo de esos años oscuros y festejado un par de días antes una extraoficial a la que asimismo asisten los rumanos. 2 actos para una memoria dolorosa sobre la que pesan bastante “sí, pero…”.

La discordancia entre el espacio vacío de Jasenovac el día de hoy y el horror de hace ocho décadas semeja una metáfora sobre la contrariedad de Croacia para lidiar con su pasado. La enorme estatua con apariencia de flor donde este domingo se depositan los ramos de flores domina el centro de un complejo con ocho subcampos levantado en 1941 que cobijaba hasta 4.000 presos, si bien —como reconocían en un archivo confidencial los causantes alusión a su función exterminadora —“podría admitir un número sin limites”. El lago situado a pocos metros daba el agua para la fabricación de ladrillos a los que estaban forzados los presos y las vías de ferrocarril que todavía recorren el espacio sirvieron para transportar a una parte de los presos. En el bucólico río colindante, una lancha de la policía croata observa la frontera con la otra orilla, ahora en la entidad serbia de Bosnia, donde los ustasha asesinaban a los presos. Les forzaban a cavar una fosa para después degollarlos, dispararlos o tirarlos al orificio de un martillazo en la cabeza.

¿Qué ocurrió en América Latina?

Los países latinos se declararon neutrales al comienzo de la guerra, que poco a poco comenzó a llegar a estas costas y también impactar en sociedades divididas en el acompañamiento a los dos bandos.

«La neutralidad oficial a lo largo de la mayoría de la contienda coexistió con la movilización activa de la sociedad, que tomó partido de forma temprana y discutió intensamente la situación que le correspondía adoptar al país en estas situaciones», ha dicho decir a CNN María Inés Tato, doctora en historia y organizadora del Conjunto de Estudios Históricos sobre la Guerra en la Facultad de Buenos Aires, sobre la situación en Argentina.

La crisis de mayo de 1941

A lo largo de mayo de 1941, en la mitad de una creciente tensión entre Alemania y España, sucedieron una secuencia de acontecimientos entre el Ejército y FET de las JUNOS que supondrían el mucho más instante de inestabilidad del Gobierno de Franco. Esta se saldó con un control estatal mucho más directo del Partido Único y con la definitiva pérdida de poder de Serrano Súñer. No obstante, el auténtico beneficiado de esta situación en un instante de pugna entre los dos poderes con en comparación con enfrentamiento mundial fue Francisco Franco. Además de esto, a lo largo de estos accidentes, Miguel Primo de Rivera fue detenido, Pilar dirigió su dimisión a las autoridades y el coronel Valentín Galarza Morante fue puesto adelante del Ministerio de Gobernación, cargo que Serrano anhelaba por agrupar ese cargo con los de Temas Exteriores, Partido y Prensa.

Según entró en el gobierno, Galarza comenzó a restar poder y también relevancia a los falangistas, reemplazando a la guarda falangista por policías. Del mismo modo, tomó una sucesión de medidas antiserranistas, como la revocación del decreto que eximía a la prensa falangista de censura anterior. Franco dio cargos políticos al Ministerio de Gobernación a hombres de su seguridad y se ocupó de hacer una severa reestructuración militar que le asegurase el poder en la mitad de esta crisis política.

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