La noche del 13 al 14 de febrero de 1945 la vieja y hermosa capital de Sajonia, Dresde, fue atacada tres ocasiones, 2 por la RAF y una por la USAAF, Fuerzas Aéreas estadounidense, en una operación en que participaron mucho más de 1.000 bombarderos. Las secuelas fueron aciagas ya que el centro histórico de la región quedó incinerado y perdieron la vida entre 25.000 y 40.000 personas. Dresde no era un centro industrial o militar esencial y, por consiguiente, no era un propósito que mereciese el notable y también excepcional esfuerzo grupo estadounidense y británico que supuso el ataque. La localidad tampoco fue bombardeada como represalia por precedentes bombardeos alemanes de ciudades como Rotterdam y Coventry. En venganza por la destrucción de estas ciudades, bombardeadas despiadadamente por la Luftwaffe en 1940, Berlín, Hamburgo, Colonia y muchas otras ciudades alemanas enormes y pequeñas ahora habían comprado un prominente precio en 1942, 1943 y 1944. Además de esto, a inicios de 1945 los comandantes socios sabían de manera perfecta que no el bombardeo aéreo mucho más feroz conseguiría «aterrorizar hasta rendirse» , por consiguiente no es verdadera meditar que quienes planificaron la operación tuviesen esa motivación. El bombardeo de Dresde semeja, ya que, que fue una matanza sin ningún sentido y hace aparición como una labor mucho más horrible aun que la devastación atómica de Hiroshima y Nagasaki que, por lo menos, se suponía habían llevado a la capitulación de El país nipón.
No obstante, en los últimos tiempos el bombardeo de países y ciudades se convirtió en un acontecimiento prácticamente diario, no solo justificado por nuestros líderes políticos sino más bien asimismo anunciado por nuestros medios como una compañía militar eficiente y un medio a la perfección legitimado de lograr objetivos que en teoría meritan la pena. En este contexto, aun el horrible ataque a Dresde fué rehabilitado por un historiador británico, Frederick Taylor, quien arguye que quienes planificaron el ataque no tenían intención de ocasionar en la localidad sajona esta desmesurado destrucción, sino esta va ser el resultado imprevisto de una combinación de poco afortunadas situaciones, introduciendo unas condiciones climatológicas perfectas y un sistema de defensas aéreas alemanas absolutamente inapropiado. No obstante, la afirmación de Taylor la contraría un hecho, que él mismo cita en su libro, específicamente que precisamente 40 «pesados» estadounidenses se desviaron de su ruta de vuelo y terminaron lanzando sus bombas a Praga en lugar de Dresde. Si todo hubiese ocurrido como se había premeditado, la destrucción de Dresde indudablemente habría sido aún mayor de lo que fue. Por consiguiente, es evidente que se había buscado un nivel de destrucción extraordinariamente grande. Mucho más grave es la insistencia de Taylor donde Dresde formaba un propósito legítimo puesto que no solo era un considerable centro militar sino más bien asimismo un punto de cruce de primera categoría del tráfico por ferrocarril tal como una esencial localidad industrial donde cantidad considerable de factorías y talleres generaban toda clase de equipamiento primordial desde el criterio militar. No obstante, una sucesión de hechos señalan que estos objetivos «lícitos» solamente tuvieron peso en los cálculos de quienes planearon el ataque. Primeramente, no se atacó la única instalación militar realmente esencial, el aeródromo de la Luftwaffe ubicado a pocos km al norte de la región. Seguidamente, los aeroplanos británicos que señalaban los objetivos a los bombarderos no marcaron como propósito la presunta crucialmente esencial estación de ferrocarril. En lugar de eso se ordenó a las tripulaciones que echasen las bombas dentro de la región, ubicada al norte de la estación. Como consecuencia de ello, a pesar de que los estadounidenses bombardearon la estación y murió considerable suma de personas, sus instalaciones padecieron parcialmente pocos daños estructurales, tan pocos que, en verdad, a los pocos días de la operación lograron circular otra vez trenes que transportaban tropas. En tercer rincón, la enorme mayoría de las industrias militarmente esenciales de Dresde no se encontraba ubicadas en el centro de la región sino más bien a las afueras, donde no se publicaron bombas, cuando menos deliberadamente.
Causas de la Segunda Guerra Mundial
Las causas del enfrentamiento son variadas y complicadas, pero se tienen la posibilidad de sintetizar en:
- Los términos del tratado de Versalles. Tras la Primera Guerra Mundial, se impuso a Alemania un tratado de rendición incondicional de términos opresivos, que le impedía a la arrasada nación regresar a tener un ejército, le quitaba el control de sus colonias africanas y le imponía una deuda prácticamente insaldable con los países victoriosos. Esto había gestado un extenso rechazo habitual y la teoría de que la nación había sido apuñalada por la espalda y se encontraba bajo control de potencias extranjeras como la URSS.
- La aparición de Adolfo Hitler y otros líderes atractivos. Estos líderes políticos supieron capitalizar el descontento habitual y crear movimientos nacionalistas radicales, cuyo primordial propósito fue la restauración de las pasadas grandiosidades nacionales mediante la militarización de extensos campos sociales, la expansión de los territorios nacionales y la instauración de gobiernos totalitarios (de partido único). Es la situacion del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nazi), o el Fascio italiano dirigido por Benito Mussolini.
- La Enorme Depresión de los años 30. Esta crisis financiera en todo el mundo que afectó especialmente a los países de europa golpeados por la Enorme Guerra (I Guerra Mundial), imposibilitó a las naciones deprimidas para resistirse al surgimiento del fascismo y la separación del orden democrático. Además de esto, empujó aún mucho más a las ciudades de europa a una situación de desesperanza que era favorece para el surgimiento de proposiciones radicales.
- La Guerra Civil De españa (1936-1939). El cruento enfrentamiento español en el que el estado nacionalsocialista alemán intervino en acompañamiento de las tropas monárquicas de Francisco Franco, en flagrante violación de tratados de todo el mundo de no intervención extranjera, sirvió al unísono de prueba a la recién instituida Luftwaffe (aviación) alemana, y como prueba de la timidez de los países socios, que aplazaron el enfrentamiento futuro hasta el margen de la pasividad y que incitó todavía el atrevimiento alemán.
- Las tensiones chino-niponas. Tras la Primera Guerra Sino más bien-de Japón (1894-1895), las tensiones entre la creciente capacidad asiática de El país nipón y sus vecinos contendientes como China y la URSS eran permanentes. El Imperio de Hiro Jalón aprovechó en 1932 el estado de debilidad en el que la Guerra Civil entre marxistas y republicanos había dejado a China, para comenzar la Segunda Guerra Sino más bien-de Japón y ocupar Manchuria. Esto sería el comienzo de la expansión japonesa (más que nada en Asia menor), que conduciría al bombardeo de la base estadounidense Pearl Harbor y la entrada formal estadounidense en el enfrentamiento.
- La invasión alemana de Polonia. Tras haberse anexionado pacíficamente Austria y los sudetes alemanes en Checoeslovaquia, el gobierno alemán estableció un pacto con la URSS para repartirse el territorio polaco. Pese a la resistencia militar activa que ofreció esta nación de Europa del este, las tropas hermanas la anexionaron al incipiente III Reich alemán el 1 de septiembre de 1939, causando la declaración formal de guerra de Francia y Reino Unido , dando de esta manera comienzo formal al enfrentamiento.
Es conveniente ya que rememorar primeramente (no pretenderemos ser remotamente ni los primeros ni los únicos en decir esto) que Alemania jamás estuvo en condiciones reales de hacer un desembarco exitoso en Inglaterra (operación Seelöwe, “León marino”), y eso independientemente de que Adolf Hitler, el único con poder para tomar esta resolución, verdaderamente la considerara en algún momento enserio. Ahora en los años cincuenta, en pleno instante de avance de los 2 mitos enlazados (“los pocos” y “solos”), historiadores como P. Fleming escribían: “La operación León marino, así como se encontraba planeada y desarrollada, se encontraba sentenciada al fracaso y, si podría haber sido lanzada, solo podría haber terminado en desastre” (Fleming, 1957, cit. Por R. Forczyk).
De todos modos –y con bastante fortuna– quizás podría haber desembarcado ciertas entidades en suelo británico, pero lo que no hubiese podido es aprovisionarlas y reforzarlas consistentemente hasta el punto de vencer la resistencia oponente. Solo −y resulta conveniente recalcarlo desde nuestro título− había una manera de que Alemania venciese en 1940, y era a través de el colapso de la fibra ética y la intención de resistencia del gobierno y la población británicos, que jamás se marcha generar. Y en eso Winston Churchill, jaquetero político, elitista, con un punto de dipsomanía, aficionado a la pintura ahora la estrategia de butaca, pero enorme inspiradora, tuvo algo que ver.
Puente Aéreo en Berlín
Al comienzo, los socios reflexionaron en mandar convoyes armados, pero entrar en territorio soviético era una declaración de guerra de hecho. De esta manera, que la URSS impidiese el abastecimiento por aire asimismo lo sería, con lo que el tráfico aéreo no fue interrumpido.
Según los términos de la división de Alemania, los aeroplanos de carga no serían considerados aeroplanos de guerra, a pesar de que los operaban tripulaciones correspondientes a las diferentes fuerzas aliadas.